CÓMO AYUDAR A LOS NIÑOS A RECONOCER Y EXPRESAR SUS EMOCIONES

de Emanuela Iacchia - Psicóloga y psicoterapeuta del desarrollo

El papel de los adultos en el desarrollo de la inteligencia emocional

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En cada momento de crecimiento, en cada edad, las emociones juegan un papel central: aprender a conocerlas, a reconocerlas, a controlarlas y a gestionarlas es un objetivo fundamental de toda educación. Todo sentimiento merece ser vivido y expresado porque no hay emociones buenas y malas, cada una debe ser vivida de la mejor manera, pero nunca reprimida.


LAS EMOCIONES NO TIENEN POR QUÉ OCULTARSE

Ocultar las emociones no significa hacerlas desaparecer, sino aumentar la posibilidad de expresarlas transformadas en conductas a veces desproporcionadas, que esconden malestar. En los niños, por ejemplo, son muy frecuentes los trastornos del sueño, los trastornos de la alimentación, los trastornos de conducta con momentos de ira descontrolada y las reacciones psicosomáticas como el dolor de estómago o los ataques de ansiedad. Por esta razón, ayudarlos a expresarse se vuelve fundamental para su bienestar.

Aunque existen etapas específicas de desarrollo por las que pasa el niño, hoy en día sabemos, gracias a numerosas investigaciones científicas, lo esencial que es una relación afectiva entre él y sus padres, para que el niño descubra y se familiarice con sus emociones. El desarrollo del niño debe ser siempre observado y leído desde un punto de vista relacional.

CÓMO ENSEÑAR A LOS NIÑOS A RECONOCER SUS EMOCIONES

Entonces, ¿qué se puede hacer para ayudar a los niños a expresar sus emociones correctamente? ¿Cuáles pueden ser herramientas útiles para promover la educación emocional?

Promover la alfabetización emocional permite a los niños empatizar con los demás y desarrollar empatía.

Aquí hay cinco puntos clave:

  1. El primer punto concierne a los padres: es importante que él mismo aprenda a expresar sus sentimientos de manera adecuada; Los padres serán los primeros en tener que demostrar en la familia cómo construir diálogos abiertos con los demás, de esta manera los niños, desde pequeños, sabrán que en caso de necesidad pueden pedir ayuda sin ningún temor.
  2. El segundo es el diálogo, la capacidad de escuchar, saber tener en cuenta las emociones y sentimientos del otro, son herramientas esenciales para construir una relación educativa serena. Los padres son modelos a seguir para sus hijos, y permitirles expresarse de forma segura, a través de la comunicación verbal y no verbal, les ayuda a expresar sus necesidades.
  3. Entonces es necesario que los padres entren en una relación positiva con el niño demostrando empatía. Al hablar con los niños, es importante hacerlos sentir seguros y comprendidos mediante el uso de expresiones como "sé que te sientes enojado, triste...". Esto ayuda a que el niño entienda que puede hablar libremente sobre sus emociones. Es mejor evitar usar demasiado el "NO" que lleva al cierre y a la confrontación: se puede optar por un "SÍ, PERO..."; En lugar de gritarle: "No le pegues a tu hermano", puedes optar por decir: "Sí, sé que te hizo enojar, pero no lo patees".
  4. Así que aquí está el cuarto punto: la posibilidad de experimentar emociones, experimentarlas. Aunque a veces sea doloroso, necesitamos experimentarlos y aunque nos dejemos llevar por ellos, no nos destruyen. Por el contrario, experimentar emociones es el primer paso para aprender a gestionarlas. Los cuentos son herramientas muy útiles para llegar al corazón de los niños, se pueden contar historias con sentimientos de miedo, ira, alegría para aprender a entenderlos y vivirlos.
  5. Pero entender las emociones no significa aceptar todos los comportamientos. Aquí, entonces, en el quinto paso, hay una reflexión importante: si las manifestaciones de los niños son disfuncionales, debemos ayudarlos a encontrar mejores soluciones. Los padres nunca deben perder de vista su papel como educadores e intervenir de inmediato si sus hijos se están excediendo. Dejar que se excedan genera confusión y desconcierto en ellos. Como siempre, la solución no debe imponerse desde arriba, sino que las reglas de buen comportamiento deben establecerse en la familia de antemano, con respeto para todos.